Reseña del dorama: Dulce hogar

Título: 스위트홈 / seuwiteu hom

Título en inglés: Sweet Home

Género: Suspenso, Psicológico, Terror

Episodios: 10

Cadena: Netflix

Periodo de emisión: 18-Diciembre-2020

Banda sonora: Sweet Home OST

 

El pasado 18 de diciembre Netflix añadió más títulos a su catálogo para todos aquellos que guardamos la cuarentena, entre ellos está Dulce hogar, basado en el webtoon del mismo nombre de Kim Kan-bi y Hwang Young-cha, proveniente de Corea del Sur y en formato K-drama; protagonizado por Song Kang a quien también pudimos ver en Love Alarm.

A primera vista, el título nos haría pensar que se trata de algún drama familiar o romántico; sin embargo, la imagen de portada, que muestra a Song Kang en tonos oscuros y con sangre, inmediatamente hace que te detengas a saber con qué te has topado y consideres darle una oportunidad. Dulce hogar es una de esas sorpresas, para bien, que nos trae Netflix para cerrar este año con una trama que, sin querer, nos recuerda que necesitamos de todos para sobrevivir una pandemia.

La trama nos presenta un problema recurrente en la cultura asiática, los llamados hikikomoris en Japón y que en Dulce hogar son personificados por Cha Hyun Soo (Song Kang), quien acaba de mudarse a un edificio de departamentos tras la repentina muerte de su familia en un choque automovilístico donde él no estuvo debido a su aislamiento social. En su nueva vivienda su vida no parece ser diferente, ya que incluso le ha puesto fecha a su suicidio e intenta vivir los días que le quedan enajenado por los videojuegos, eso hasta que la vecina se convierte en un monstruo, iniciando una serie de eventos que obligará al chico a salir de casa.

En el edificio habitan personajes peculiares, mismos que nutrirán al grupo y a la trama con sus historias personales, demonios internos y múltiples talentos, evitando así que la historia se vuelva monótona y dándonos distintos vistazos a los acontecimientos y cómo los manejan los diferentes grupos, haciendo que el ritmo no decaiga y atrapando al espectador con escenas sangrientas y vesánicas, lo mismo que en momentos tristes y románticos, ya que en un apocalipsis, todo puede ocurrir.

Entre los protagonistas encontramos a Yoon Ji-soo (Park Kyu-young) una bajista quien, al igual que Cha Hyun Soo acaba de mudarse al edificio Green Home y que pese a su edad, ya experimentó una de las peores tragedias que alguien puede vivir, el suicidio de su pareja. Pese a esto, y todos los acontecimientos en los cuales se ve envuelta, su optimismo y ganas de vivir terminan por contagiar a los demás vecinos de algo denominado esperanza.

Los hermanos Lee Eun-hyuk (Lee Do-hyun) y Eun-yoo (Go Min-si) son los polos opuestos en este K-drama, aunque ambos parten de clichés tanto de los doramas como del anime. El primero personifica el arquetipo de chico serio, callado e intelectual −mismo que descubre sus dotes de liderazgo bajo la presión de vivir en una especie de post apocalipsis zombie/monstruo−, que ha sido explotado hasta el cansancio no solo por los doramas asiáticos sino por el anime.

La hermana menor sigue el camino de los estereotipos al ser una bailarina de ballet que intenta hacerse la ruda, rayando en el bullying y cayendo, por momentos, en lo insufrible; parece ser más una carga para todos, al menos en la primera mitad de la serie, un personaje creado simplemente para incomodar y recordarnos que a algunos les cae peor la adolescencia. Sin embargo, conforme comienza a abrirse con el protagonista y a crear relaciones con los demás sobrevivientes, podemos entender el porqué de su actuar y que quizás si su personalidad hubiera sido otra, habría muerto tras su primer encuentro con un monstruo.

También es digno de mención Pyeon Sang-wook (Lee Jin-wook), un hombre misterioso con actitudes de gánster del que nadie sabe mucho, ni siquiera si en verdad habitaba en algún departamento antes de que quedaran encerrados. De igual forma la bombera Seo Yi-kyeong (Lee Si-young), quien termina allí por casualidad, se vuelve, conforme los capítulos avanzan, una pieza clave no sólo para sobrevivir como comunidad, sino para entender qué ha ocurrido.

Todos los personajes involucrados tienen un momento digno de recordar en el que aportan algo a la comunidad recién formada, sin importar si son niños o adultos, hombres o mujeres, sanos o enfermos y eso es uno de los puntos clave para que la narrativa funcione ya que, todos son importantes para sobrevivir, desde los que racionan los víveres hasta el herrero que logra forjarles armas con las cosas que logran encontrar para defenderse, donde vemos bates, una catana, cuchillos y demás cosas que han podido rescatar de la planta baja, donde todos habitan ahora.

Esta decisión de mantener el armamento sencillo le da credibilidad a la historia, ya que nos recuerda que son civiles: amas de casa, estudiantes, ancianos, niños, cuidadoras, tenderos, por consiguiente, no tendrían razón para ocultar dinamita, misiles o armas largas; si bien en algún momento tienen acceso a ellas es porque llegan de fuera. La primera mitad de la serie ellos deben crear sus propias bombas caseras y demás instrumentos de supervivencia.

Otro aspecto que le suma puntos a Dulce Hogar es no sólo el tener buenos personajes desde un inicio –a los cuales se le siguen sumando sobrevivientes− sino la evolución de los mismos a medida que crean vínculos con los demás o identifican sus propios defectos que, en una comunidad que lucha por su vida, no les aportan nada.

De igual forma, se ve el desarrollo del grupo, empiezan sestando dispersos, están en shock por lo que acaba de ocurrir y no alcanzan a comprender qué sucede o qué les deparará, pero terminan siendo una resistencia balanceada y bien planeada que en ningún momento se cuestiona ¿Por qué el chico callado se autoproclamó nuestro líder? Debido a que funciona y eso es importante que todo lo demás.

Lo cierto es que el balance en edades, que no representa la madurez ni la eficacia para resolver situaciones, sirve como gancho para atraer a distintos públicos y que no se catalogue erróneamente como producto adolescente sólo por ser un thriller. En lo personal, estas tareas grupales y la lucha por seguir con vida, me recordaron un poco al anime de High School of the Dead, pero sin fan service y con un mejor desarrollo de historia y personajes.

La historia se vale de elementos ya vistos en cintas de temática zombi o post-apocalíptica como Tren a Busán o #Vivo, donde todo inicia dentro de una normalidad para de un momento a otro ser atacados/infectados por algo que no conocen, siendo obligados a encerrarse con el propósito de sobrevivir y enfrentándose al desabasto, la convivencia forzada con los demás inquilinos, todo esto sin tener una noción de lo que ocurre dentro o fuera del edificio, dando con esto el toque de horror que no podía faltar en estas tramas.

Además, hay muchos datos que no se entienden concretamente en esta primera entrega y eso no es malo, ya que deja tanto la puerta abierta a una segunda temporada –el webtoon sigue en emisión− como mantiene la línea de suspenso dada por el desconocimiento de los involucrados a preguntas como ¿Por qué se transforman? ¿Cómo se transmite? ¿Qué determina el tipo de monstruo en el que puedes llegar a convertirte?

La poca información que se maneja durante los diez capítulos es dada a cuenta gotas y eso se agradece, ya que no hay intrincadas e inverosímiles secuencias donde alguno se entera y trata de explicarle al otro, o al espectador, el porqué de las cosas, todo parte del hecho de que nadie tiene certezas y sólo pueden llegar a crear hipótesis.

Dulce hogar no se estanca en el género zombi –en el cual ya sabemos son buenos los coreanos− esta “enfermedad” transforma a los infectados en monstruos antropomórficos que, por primera vez y aparentemente, no son causados por ningún virus creado en un laboratorio, sino que aparenta ser un castigo por la avaricia y maldad mostrada por la raza humana, dando a entender que posiblemente no tenga cura ni explicación lógica.

En cuanto al diseño de los monstruos, lo cierto es que aparte de cumplir, sorprenden. En un principio te hacen sentir que vienen directamente de Silent Hill o estás enfrentándote a uno de los jefes de Resident Evil. No sólo el diseño de los mismos te lleva a este pensamiento, sino la coreografía de las secuencias de batalla; algo que se agradece si aparte de gustarte las películas de terror estás familiarizado con los videojuegos y te has decepcionado con las películas basadas en los mismos.

De la mano con él éxito visual de los monstruos, es justo reconocer que esto no depende únicamente del departamento de animación, ya que no todos son hechos por computadora, algunos te remiten a ese terror asiático donde un buen maquillaje, la expresión corporal y el momento indicado, son todo lo que necesitan para sobresaltar al espectador incauto que piensa que todo está bien.

La música utilizada es buena, no obstante, la idea de usar el tema Warriors de Imagine Dragons en un principio es acertada, ya que da esta sensación de aventura épica, pero al ser utilizada en casi todos los capítulos que culminan con alguna escena heroica por parte de los sobrevivientes, termina por perder fuerza y volverse un elemento molesto para los últimos capítulos, donde bien habría servido únicamente la melodía o bien elegir un tema diferente.

Lo cierto es que tiene este K-drama no se libra de tener algunos puntos flojos en animación o edición; sin embargo, todo lo demás logra suplir estas carencias y enfocarnos en las historias secundarias tanto como en la principal, haciendo que nos identifiquemos con los personajes y nos preocupe y duela lo que ocurre con ellos.

 

Ivonne Koike

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Licenciada en Comunicaión y periodismo, otaku y amante de la lectura. Creadora de contenido y un poquito rara y loca.