Reseña de la serie: 13 reasons why temporada final

Título original: 13 Reasons Why: The Final Seasons

Año: 2020

Duración: 60 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Brian Yorkey

Guion: Brian Yorkey

Fotografía: Kevin Thompson

Productora: Netflix.

Género: Drama. Intriga

El pasado 15 de junio una de las series más queridas de Netflix –al menos en su primera temporada− llegó a su final. 13 reasons why, se había ganado a un gran número de seguidores luego de llevar a la pantalla con éxito el libro homónimo escrito por Joy Asher, pero que fue perdiendo –seguidores y consistencia− porque los productores se aferraron a la idea de continuarla sin un guion sólido e improvisando sobre la marcha.

La cuarta temporada de 13 reasons why cierra, por fin, la historia iniciada por las cintas de Hannah Baker (Katherine Langford), donde exponía y culpaba a cada uno de sus compañeros implicados en su suicidio y sacando a la luz los secretos que darían origen a las tramas de las secuelas, y aunque hay rumores de un posible spin off, al menos la historia conjunta de los protagonistas –los pocos que sobrevivieron a la secundaria− fue cerrada de una forma decente, pero con muchas puertas abiertas sobre el futuro esperanzador que les espera.

Como todas las temporadas, ésta última aborda diversos temas y problemáticas sociales que traen arrastrando, en su mayoría, de temporadas anteriores. Sin embargo, en esta ocasión tocó el turno a la importancia de la salud mental y cómo el descuido de la misma a causa del estrés, la culpa, baja autoestima, etc, afecta a las personas de una manera terrible, orillándolos a perderse ellos mismos y con un posible desenlace fatal si no hay una intervención a tiempo.

Las precuelas han tocado sólo la superficie de los problemas que trae consigo haber sufrido una violación y las diferentes formas de reaccionar, que van desde caer en adicciones, intentando superar el trauma; ponerte del lado del violador, culpándote o justificándolo; hasta intentar matar a todos recreando así un problema estadounidense que ha golpeado a cientos de escuelas, los tiroteos.

Sin embargo, ­ −y sin restar importancia a las otras situaciones traumáticas expuestas por la serie− al fin llegó el momento de Clay Jensen (Dylan Minnette), a quien nos habían presentado, con pequeños guiños, como alguien que tenía en su pasado el antecedente de tomar pastillas e ir a terapia, dejando claro que sufre o sufrió de alguna patología. Éste tema será el eje que llevará la trama de la temporada final, mostrándonos no sólo los estragos de las cargas de estrés y ansiedad, sino el cómo transforman a la persona que los padece.

Dylan Minnette siempre nos había presentado a un Clay taciturno y callado, pero 100% leal a sus amigos, tanto en entrevistas como en su trabajo en pantalla daba a entender qué tan compenetrado estaba con su personaje; sin embargo, en esta temporada logra mostrar una faceta que nadie conocía del adolescente, aunque sin alejarse de las características y el rumbo marcados por la historia. Lo cierto es que con su actuación demuestra un gran talento histriónico al pasar por diversas facetas de ánimo en tan sólo 10 capítulos.

En casi todas las temporadas es a través de los ojos de Clay que el público entiende y juzga a los demás protagonistas, dándoles a ellos voz sólo para contar su versión y así unir las piezas, aunque en ésta temporada, la constante se rompe y vemos al chico desde los ojos de aquellos que le rodean, mostrándolo frágil y hasta sospechoso, siendo la intriga a responder ¿de quién es el funeral que vemos en fragmentos?

Las entregas pasadas se habían valido del recurso de analepsis como forma de enganchar al público, comenzando siempre con un fragmento de escena violenta (suicidio, homicidio, etc) y regresando al momento en que inició y cómo la relativa tranquilidad en la escuela Liberty se quebró, otra vez. Lamentablemente esta temporada pierde fuerza en sus inicios al presentar un funeral y luego regresar para seguir con la temática de la precuela de una forma por demás pasiva que choca con lo acostumbrado.

Y aunque al paso de los capítulos se presentan situaciones que ponen al público al borde del asiento, también ocurren demasiadas cosas con todos los personajes –algunas sin importancia para el desarrollo−, mismas que parecieran demasiado apresuradas y fuera de contexto, intentando reponer el error de no haber desarrollado a los personajes en las tres temporadas previas.

Éste es quizás el error que más afectó a la serie, haciendo que los fanáticos terminaran por decepcionarse ya que tenían todo para tener una buena serie, pero con cada entrega lejos de aprovecharlo, la hundían más. Preferían meter nuevos estudiantes a Liberty en lugar de desarrollar a los ya existentes y darles un cierre a sus propias historias, mismas que presentó Hannah Baker en sus cintas.

Los temas tratados eran del interés adolescente y adulto; el elenco hacía un trabajo más que aceptable; los personajes eran interesantes y lograban empatizar con la audiencia target; sin embargo, el nulo desarrollo de los protagonistas secundarios que se volverían principales conforme las temporadas avanzaban y que, al llegar su momento, los cambios en lugar de ser graduales fueron apresurados y hasta sacados de la manga.

 

Tal es el caso de Alex Standall (Miles Heizer) que, si bien había dado algunos indicios de atracción por el mismo sexo, su papel en la trama era el del eterno enamorado –ÿ engañado/dejado− de Jessica Davis (Alisha Boe), dándole más peso a esto que a cualquier otro sentimiento o duda que pudiera estar experimentando. Es así que cuando experimenta y acepta sus preferencias se siente precipitado, surgiendo más preguntas que un cierre para el personaje.

Repasando los pequeños guiños y considerando la edad del personaje, si la historia se hubiera desarrollado mejor habría sido más fácil de entender que Alex, al estar en la adolescencia apenas se está descubriendo como persona y es éste el mensaje que se quiere dar, uno de aceptación y cambios; aunque tampoco termina por desarrollar la idea ya que se deja en duda si él mismo se define como gay o bisexual, concepto que en realidad no importaría, pero que sí se menciona de otro personaje secundario y no de quien hemos visto desde la temporada uno.

Otro de los elementos que dejan con mal sabor de boca es la omisión de muchos personajes importantes en las primeras temporadas y que al final se tuvieron que crear teorías sobre su paradero o el por qué regresaron y a dónde se habían ido en primer lugar, aunque sí, fue bueno verlos dando un cierre en conjunto.

Como vemos, las actuaciones, el vestuario, fotografía y otros elementos técnicos se mantuvieron cuidados, pero no así el guion. Los temas tratados a lo largo de las cuatro temporadas fueron socialmente importantes; la inclusión LGBT; la criticada humanización del violador: el empoderamiento de la víctima; el suicidio; la ineptitud de las autoridades para tratar con problemáticas adolescentes y hasta la violencia que se vive en las escuelas; sin embargo, los huecos en el guion, la ida y venida de nuevos personajes que se sentían forzados y lo poco que aportaban sobre su pasado terminaron por estancar la serie, encasillándola en un producto adolescente sin calidad.

Si bien en esta temporada final se abordaron temas fuertes, como los de las enfermedades mentales; la culpa; el VIH; la drogadicción y hasta la prostitución, el casi nulo desarrollo de estos temas en las entregas pasadas, donde si bien se mencionan pero no se abordan, hace que estos diez capítulos sean catalogados como exagerados ya que metieron absolutamente de todo en apenas diez episodios, no dando tiempo para que el espectador terminara de asimilar el final de uno cuando llegaba lo otro sin haber hecho apenas mención en todos los capítulos anteriores.

13 reasons why es el claro ejemplo de lo que pudo ser, pero no fue y aunque a muchos se les haga aburrida, precisamente por la analepsis, de la cual se abusó en las primeras temporadas al contar la misma historia desde distintos puntos para resolver el misterio, no se puede desechar del todo y sigue con varios fans, y no tanto, que han seguido los pasos de los estudiantes de Liberty por el morbo que produce saber quién morirá ahora.

Ivonne Koike

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Licenciada en Comunicaión y periodismo, otaku y amante de la lectura. Creadora de contenido y un poquito rara y loca.