Reseña de la película: Una Noche en Miami, cuatro leyendas, una plática, un sueño

Título original: One Night in Miami…
Año: 2020
Duración: 110 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Regina King
Guion: Kemp Powers (Obra: Kemp Powers)
Música: Terence Blanchard
Fotografía: Tami Reiker
Reparto: Kingsley Ben-Adir, Aldis Hodge, Leslie Odom Jr., Eli Goree, Lance Reddick, Christian Magby, Nicolette Robinson, Joaquina Kalukango, Michael Imperioli, Larry Gilliard Jr., Derek Roberts, Beau Bridges, Jerome A. Wilson, Aaron D. Alexander, Hunter Burke, Robert Stevens Wayne, Randall Newsome, Matt Fowler, Alan Wells, Dustin Lewis, Jeremy Anderson
Productora: ABKCO Films, Snoot Entertainment (Distribuidora: Amazon Studios)
Género: Drama | Años 60. Racismo. Drama sureño

 

La necesidad por alzar la voz en diferentes temas que necesitaban ser escuchados en un mundo cinematográfico donde los fantasmas de la raza o el sexo parecían ser un estigma que no permitía esa diversidad de ideas  ha sido el motor para que, poco a poco y cada vez más, se generen interesantes visiones e historias que años atrás tal vez no hubieran podido ser realizadas.

En Hollywood, obras que van desde Barry Jenkins y su ganadora del Oscar, Luz de Luna (2016) hasta el popular universo cinematográfico de Marvel con Ryan Coogler y su Pantera Negra (2018), pasando por la representación femenina con Ava DuVernay y su emotiva Selma: El Poder de un Sueño (2014), han demostrado que hay gran talento, historias y visiones que rompen ese estigma impuesto en el gremio.

En el 2020, tocó el turno a Regina King, actriz afroamericana que ganó el Oscar por su interpretación en If Beale Street Could Talk (Jenkins, 2018) de tener un gran año no sólo al protagonizar y ser reconocida por la multipremiada serie de HBO, Watchmen (2019), sino por hacer su debut en la silla de directora con su primer largometraje basado en la obra de Kemp Powers: Una Noche en Miami.

La premisa plantea el maravilloso encuentro de ficción entre cuatro figuras afroamericanas importantes en una noche de 1964, en pleno apogeo de la batalla por los derechos civiles, la molestia juvenil por la guerra de Vietnam, entre otros problemas que azotaban a los Estados Unidos. Es así que Malcolm X (Kingsley Ben-Adir), el boxeador Cassius Clay (Eli Goree), el cantante Sam Cooke (Leslie Odom Jr.) y el jugador de la NFL Jim Brown (Aldis Hodge) se encuentran sin planearlo y discuten acerca de lo que están viviendo en esos álgidos momentos de la historia.

Como buena obra de teatro llevada a cine, Regina King se apoya en buena forma en el excelente guion por parte del mismo Powers, donde la importancia de la cinta recae en la dinámica de estos cuatro personajes unidos por la raza pero con diferentes ideas, formas de ser e incluso de creer en cómo hacer las cosas en medio de esta revuelta cultural ya mencionada que nos llevará por un interesante debate.

La gran fortaleza de Regina King como directora es depender de las virtudes de sus actores. Así, el espectador es testigo de esa química incendiaria entre ellos en pláticas que van desde la obligación moral que cada uno tiene para con la comunidad afroamericana según lo que representan, las creencias religiosas y los cambios que eso involucra, e incluso la lucha por los ideales personales que no tienen que estar peleados con los de una lucha mayor, una pelea social por hacer que sus voces sean escuchadas.

 

Si bien los cuatro personajes hacen un buen ensamble, hay dos que cada vez que toman la iniciativa para hablar en sus respectivas escenas, causan un impacto inherente y ellos son Malcolm X y Sam Cooke, posiblemente los mayores opuestos en esta noche particular donde sus puntos de vista chocan justamente por la diferencia entre lo que cada uno de ellos busca, sus creencias e ideas y lo que podrían hacer para ayudar en ese momento histórico fundamental por la lucha de derechos sociales, regalando algunas de las mejores secuencias en este filme.

Otra gran parte, sin duda, es la cuestión de los valores de producción que incluyen un estupendo diseño de vestuario que nos remite a esas épocas y algunos detalles en el montaje que también reviven esas noches de neón en el Miami sesentero que parecía funcionar como un pequeño oasis en medio de todo ese caos de protestas que azotaban la nación, el perfecto marco para que Clay fuera se coronara campeón y para que este encuentro de importantes personajes se diera.

Aunque todo esto es ficción, no cabe duda que el mérito de Kempers en su texto y de King como realizadora, es no dejar de lado los temas de importancia gracias a un par de introducciones donde apreciamos el porqué de las posturas de cada uno de estos personajes para que al final más allá de sus diferencias, incluso entre los más opuestos de ellos, se dé ese concilio entre la relevancia que cada uno de ellos tendrá para la historia afroamericana en Estados Unidos en esos momentos cruciales.

Esta ópera prima captura gran parte de la esencia de un despertar que surgió globalmente en esa década, captándolo mediante diálogos certeros y una estupenda atmósfera que involucra al deporte, la religión, la música y el concepto de los líderes que funcionan como actores de cambio sociocultural en medio de una noche sin igual entre cuatro amigos que formaron parte de una batalla y un sueño.

El pastor Martin Luther King, otro importante líder de ese momento histórico, en su famoso discurso llamado “Yo Tengo un Sueño”, dijo: “con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad”. Una Noche en Miami demuestra esa unión de hermanos que más allá de la diferencia de ideas, buscan un mismo propósito, esa sinfonía de la que King hablaba.

Así, Regina King nos recuerda un poco de esa memoria histórica mediante una ficción que nos hace reflexionar que el racismo, las diferencias y la división tristemente siguen vigentes a como lo eran hace sesenta años y que un poco de hermandad, como la que el reverendo King clamaba, no hace daño para alzar la voz, para hacernos ver que la pelea por la justicia social y la batalla contra esa discriminación o segregación sociocultural está lejos de acabar y que ese sueño, del cual estos cuatro personajes fueron clave, aún no se consigue pero sin duda es algo por lo que vale seguir luchando.

 

Aarón Navarro

Comunicólogo, melómano, cinéfilo, amante de la lectura. Escribo opiniones/reseñas de películas y series.