Reseña de la película: Una educación parisina
Título original: Mes provinciales
Año: 2018
Dirección: Jean-Paul Civeyrac
Guion: Jean-Paul Civeyrac
Reparto: Andranic Manet, Diane Rouxel, Jenna Thiam,
Productora: Moby Dick Films
Género: Drama. Romance
Sinopsis
Étienne se muda a París para estudiar cine en la universidad. Allí conoce a Mathias y a Jean-Noël, que comparten su misma pasión. Sin embargo, a lo largo del año, sus aspiraciones se verán truncadas, ya que deberá atravesar pruebas de amistad, amorosas y artísticas.
En la edición de febrero de este año de la revista Harper’s, el director estadounidense Martin Scorsese publicó un ensayo titulado Il maestro en el que, en el que la figura central es el cineasta italiano Federico Fellini y su legado cinematográfico lleno de audacias técnicas y temas que son parte del catálogo del cine en su totalidad.
Opinión
A su vez, fluye por las laterales del ensayo un poderoso comentario sobre el cine como experiencia artística y de vida (cuyos antecedentes están en la polémica desarrollada en torno a su opinión sobre el cine de superhéroes que domina buena parte de la cartelera mundial, otorgada en una entrevista para la revista Empire en octubre de 2019 y expandida en un texto publicado el 4 de noviembre de 2019 en The New York Times), la cual se haya en jaque por los servicios de streaming y la dictablanda de los algoritmos y la racionalidad mercantilista, los cuales buscan la seguridad en producciones hechas a la medida y que aseguren la vuelta de la inversión, con lo cual obras como las de Fellini cada vez son más marginadas para su realización y distribución.
Esa marginalidad merma también los añadidos de la experiencia audiovisual, como son la crítica desde y hacia las películas, el papel del cineasta y su responsabilidad social, su compromiso político, entre otros elementos consustanciales al cine como arte (incluso como producto, si se consideran las exploraciones que se siguen de Walter Benjamin y su análisis de la obra de arte como objeto reproducible en la era del consumo).
Es más que probable que el realizador francés Jean-Paul Civeyrac no estuviera al tanto del pensamiento de Scorsese (pero si el de la crítica sociológica y filosófica, como lo dejan entrever sus comentarios sobre textos y autores) durante la planeación y realización de Una educación parisina (Mes provinciales) dadas las fechas del desarrollo del proyecto; sin embargo, son notables los paralelismos en el pensamiento de ambos. Por un lado, y acaso como manifiesto de la obviedad de lo expresado por Scorsese, está la llegada a cines de Una educación parisina 3 años después de su estreno en el festival de Berlín de 2018.
Pero, por otro lado, acaso más importante, está la colección de preocupaciones sobre el cine que Civeyrac traslada a Etienne (Andranic Manet) y a las interacciones que tiene durante su vida parisina como estudiante de cine. Está, por supuesto, la revisión al panteón de luminarias cinematográficas; también no faltan los amigos y su referencias, en particular con Mathias (Corentin Fila) y Jean-Noël (Gonzague van Berverssels), el primero un estudiante brillante y defensor del cine como ceremonia mágica que configura el mundo, el segundo como fiel apoyo tras las cámaras, papel que Etienne le señala es necesario para la creación cinematográfica, aunque suele dejarse de lado, pues la memoria sólo tiene espacio para los autores totales.
Y está, también, la cuestión social del cine, encarnada por Annabelle (Sophie Verbeek), estudiante de sociología y activista que cuestiona el papel del cine en el cambio social y político que ella considera necesario para revertir el estado actual de las cosas (los hechos de la cinta tienen lugar durante el periodo electoral francés del 2017), por lo cual el mero esteticismo de los filmes, por muy inmersos en el realismo crítico que ambicionan Etienne y Mathias (fuertemente influenciados por el filósofo Blais Pascal, de cuya obra se extrae el título original del filme, y por el director italiano Pier Paolo Pasolini), es insuficiente para sacudir con fuerza el orden establecido y posibilitar los cambios culturales más apremiantes y necesarios.
Todo ello sin dejar de lado la exhibición del cine como una labor en equipo, de la cual el director es sólo la parte más visible por la preminencia que tanto la industria como los programas académicos suelen otorgarle, y la importancias de las influencias literarias (abundantes en charlas y escenografías) y cinematográficas (en una escena Etienne, MAthias, Jean-Noël y Annabelle observan Mne dvadtsat let del director ruso Marlen Justiev, de la cual Civeyrac toma un plano tanto para abordar el trabajo que requiere plasmar algo tan simple como para recrearlo en el plano final de su propia cinta), para abrir, al igual que Scorsese, un espacio para la discusión y apreciación de un oficio que también es un arte, y que lo mismo puede usarse como mecanismo de fuga hacia zonas más divertidas y superficiales de la experiencia vital, como puede servir como herramienta para cambiar el mundo, o al menos hacerlo menos árido.
Una educación parisina es parte de la 69ª Muestra Internacional de la Cineteca Nacional.