Reseña de la película: Prometo volver
Título original: Proxima
Año: 2019
Duración: 107 min.
País: Francia
Dirección: Alice Winocour
Guion: Jean-Stéphane Bron, Alice Winocour
Fotografía: Georges Lechaptois
Reparto: Eva Green, Matt Dillon, Lars Eidinger, Sandra Hüller, Jan Oliver Schroeder, Nancy Tate, Marc Fischer, Zélie Boulant, Alexey Fateev, Vitaly Jay, Birger Frehse
Productora: Dharamsala, Pandora Film
Género: Drama | Familia. Maternidad
Sinopsis:
Sarah es una astronauta francesa que se entrena en la Agencia Espacial Europea en Colonia. Es la única mujer dentro del exigente programa. Vive sola con Stella, su hija de siete años. Sarah se siente culpable por no poder pasar más tiempo con la niña. Su amor es abrumador, inquietante. Cuando Sarah es elegida para formar parte de la tripulación de una misión espacial de un año de duración llamada Proxima, se produce un distanciamiento en la relación entre madre e hija.
Opinión:
“El espacio: la última frontera…”
Star Trek
Con esa frase iniciaba la emblemática serie creada por Gene Roddenberry, en la cual la tripulación de la nave Enterprise buscaba el descubrir y conocer nuevas formas de vida y civilizaciones, llevando el conocimiento humano a nuevos y sorprendentes límites.
La búsqueda del conocimiento por encima de la acción, algo que bien puede achacarse al bajo presupuesto con el que contó la producción original, es algo que hermana a la tripulación de la ficción con la de los viajes espaciales reales. Lo que cambia, es que las condiciones reales no permiten explorar nuevos mundos, acaso exóticos y llenos de vida, o yermos pero fascinantes en sus posibilidades estéticas y sus posibles usos industriales.
No obstante, la épica espacial halla otras posibilidades de expandir los límites de la capacidad humana. Unas a partir de la demanda física que implica la preparación de los astronautas, suerte de bomberos militares preparados para hazañas deportivas extremas en las que la meta final es sobrevivir en situaciones terriblemente extremas; otras a partir del viaje interior que el despegue y las ausencias pueden propiciar, no cualquiera está dispuesto a posar su trasero sobre una descomunal y potencial bomba, o a dejar de ver a los seres y entornos familiares por un tiempo más que considerable. Algo que buena parte de la humanidad potencialmente aprehendió con los meses de confinamiento.
Sobre esto último, las distancias internas y externas y los costos empíricos y emocionales, versa Prometo volver (Proxima, 2019), cinta francesa de la cineasta Alice Winocour, y protagonizada por la solventísima Eva Green en el papel de Sarah, mujer y astronauta que participara en una misión de preparación para establecer las condiciones que permitan la llegada de la humanidad a Marte.
La forma en la que Winocour establece la historia es por de más efectiva y preciosista. Utilizando elementos del cine documental, la cinta se adentra en la dualidad que enfrenta en todo momento Sarah: cumplir el sueño de toda su vida, viajar al espacio, sin romper la relación íntima que lleva con su pequeña hija Stella (Zéllie Boullant). Es con ella con quien la historia provoca el conflicto, toda vez que la admiración y cariño que siente por su madre y su profesión serán puestas a prueba una vez que sea oficial la inclusión de Sarah en la misión.
Es también la relación madre hija, y la forma en que ambas, juntas y por separado, abordan y habitan sus espacios, lo que marca la diferencia entre el uso estético de la técnica documental empleado por Georges Lepchatois, fotógrafo de la cinta, respecto a, por decir, el utilizado por Caleb Deschanel (sí, el padre de Emily y Zooey Deschanel) en The right stuff (1983) de Philip Kaufman. Donde está última se ve en la “necesidad” de entrar en terrenos documentales toda vez que se basa en el libro homónimo de Tom Wolfe que explora y explica la saga de los primeros astronautas norteamericanos, Winocour poco a poco deja caer los indicios de lo que conlleva la idealización del paisaje todo, desde el bosque y los ríos de su vecindad hasta las diferentes habitaciones y países a los que su preparación la va llevando.
Ello permite también proveer de una nueva mirada a lo que significa ser astronauta. Lejos del estoicismo casi robótico planteado por Stanley Kubrick en la inenarrable 2001: A space odissey (1968), o el apego paternofilial contenido y orgulloso de Ryan Gosling en First man (Damien Chazelle, 2018) o de Brad Pitt en Ad Astra (James Gray, 2019), la dupla Green-Boullant permite matices que acercan más la labor aeroespacial al darle, antes que la cualidad de heroína-hecha-a-la-medida la de oficio construido con su buena dosis de alegrías y sinsabores.
A ello ayuda también el discreto apoyo de Mike (Matt Dillon), compañero y comandante de la misión, quien empieza como el vaquero espacial gringo por antonomasia, para poco a poco descubrir pliegues y tonalidades ajenas a la noción clásica del macho astronauta cuyos tesón y apatía son los galardones indispensables para la conquista del impoluto espacio exterior.
Todo ello se apoyo en una musicalización tan suave como efectiva elaborada por el veterano Ryuichi Sakamoto, un experto de las texturas y las soledades, como lo puede atestiguar su concierto para el confinamiento, realizado y emitido en medio de la pandemia coronavírica.
Y es justo el acaecimiento de la pandemia lo que hace que los fallos de Prometo volver se sientan todavía más pesados. Vista dos veces, una en los prolegómenos del confinamiento, y otra una vez que lo de menos era cuando este acabaría, el discreto encanto del largometraje pierde lustre en sus últimos minutos tras una serie de decisiones tan absurdas como arriesgadas por parte de Sarah, las cuales dejan en entredicho mucho de lo construido en torno a ella.
Aunque, cabe decirlo, después del lanzamiento de la nave de Space X, puede resultar motivador, y tal vez necesario, darle una tercera oportunidad a una cinta que poco a poco muestra tener lo suficiente para ser el tributo debido que su montaje final entrega. Ojalá esta cinta llegue pronto a las salas mexicanas, siendo accesible para todo público.