Reseña de la película: Presencias del mal

Título original: The Turning

Año: 2020

Duración: 94 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Floria Sigismondi

Guion: Chad Hayes, Carey Hayes (Novela: Henry James)

Fotografía: David Ungaro

Reparto: Mackenzie Davis, Finn Wolfhard, Brooklynn Prince, Niall Greig Fulton, Denna Thomsen, Mark Huberman, Barbara Marten

Productora: Amblin Entertainment / Vertigo Entertainment.

Género: Terror. Thriller

Las cintas de terror son cada vez más inverosímiles, con guiones que intentan innovar pero terminan por ser una más del montón al abusar del susto fácil; tramas rebuscadas y simbolismos que al final del día, no significan nada. Presencias del mal no cae del todo en esta descripción pero aunque se basó en la novela de terror Otra vuelta de Tuerca de Henry James, no logró ni por asomo hacerle justicia a la historia.

Kate es una maestra que consigue un trabajo en una finca a las afueras de Maine como institutriz de una niña que ha quedado huérfana recientemente (Flora), aislada de todo y conviviendo únicamente con la pequeña; el ama de llaves, una mujer de extrema seriedad, quien trata a los niños como príncipes; además de Miles, el hermano mayor y quien a pocos minutos del filme aparece tras ser expulsado del internado.

A partir de aquí una serie de eventos sobrecogedores poblarán el día a día de Kate, con rostros formándose en las ventanas; rechinar de muebles; sombras persiguiéndola; pesadillas cada noche y la sensación de que algo muy turbio se esconde en la propiedad. Los niños parecen guardar un oscuro secreto y aunque Flora parece ser la bondad encarnada, Miles no deja de perturbarla con las extrañas manías que posee.

La reseña e incluso el tráiler prometía para ver un buen largometraje basado en una estupenda novela de horror; sin embargo, el resultado no pudo ser más diferente a lo esperado. La historia intenta serle fiel al libro con algunas licencias para adaptarla a los años 80, hasta allí podríamos decir que todo bien; prescinde de la figura del tío para hacer más fluida la narrativa y hacer sentirla atmósfera de aislamiento ya que a menos habitantes, menos personajes a quienes culpar, lamentablemente, las bases de lo que nos llevará a acomodar las piezas del rompecabezas no son dadas claramente.

La película, como producto cinematográfico no funciona por sí mismo si no se ha leído el libro, se necesita haber profundizado lo suficiente en la obra literaria para entender el verdadero propósito del director al usar tantos simbolismos y movimientos de cámaras. En lugar de adentrar al espectador en la historia para que construya sus hipótesis mientras avanza, parece esperar a que se posea ya la idea planteada y sólo se tenga la intención de verlo en pantalla.

Siendo justos con el largometraje, las tomas son un gran acierto en su intento de meterte en la psique de Kate, ya que se utilizan desde planos cenitales, para acrecentar el sentimiento de soledad y claustrofobia, hasta un primer plano que se transforma, por momentos, en un primerísimo primer plano al llegar al clímax y desenlace. De igual forma, se utiliza el travelling desde distintos ángulos para seguir a la protagonista por toda la casa y dar la ilusión de que descubrimos todo gracias a ella.

Las actuaciones no son el verdadero problema: Mackenzie Davis logra hacernos creíble esta enajenación en la que poco a poco se va perdiendo, el deterioro mental y emocional en los que los eventos de la casa la hunden; Finn Wolfhard parece algo encasillado en roles parecidos al interpretado en El jilguero, pero tampoco lo hace mal, al contrario, le compras la idea de ser este arquetipo de demonio con piel de ángel y Brooklynn Prince pasa sin pena ni gloria por la película, en conjunto, sacan adelante el guion pese a sus carencias.

El verdadero problema, es precisamente el guion al intentar abarcar más de lo posible y al mismo tiempo ser fiel al libro. Con huecos argumentales que terminan perdiendo al espectador; un ritmo que decae pasada la primera mitad ya que no pareciera avanzar en lo más mínimo y lejos de dar respuestas te llena de simbolismos, mismos que no funcionan en pro del ritmo o la trama y para culminar; un final que termina hundiendo el título al ser prácticamente inconexo.

Presencias del mal es un título pensado para aquellos con una lectura previa del libro de Henry James, si bien con el elenco y los juegos de cámara se intenta ganar un público nuevo, el guion y la forma de contar la historia no logra transmitir al lector la sensación y elementos que sí hace la novela y es por esto que la película se vuelve tediosa y aburrida con tantos saltos entre lo paranormal y la realidad romántica de las enfermedades mentales. Recuerda que estará en cines a partir del 24 de enero.

Ivonne Koike

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Licenciada en Comunicaión y periodismo, otaku y amante de la lectura. Creadora de contenido y un poquito rara y loca.