
PEDRO
En días pasados tuvimos la oportunidad de ver Pedro un documental de Liora Splik Bialostozky que se estrenará en algunas salas de Cinépolis y en la Cineteca Nacional el 14 de septiembre.
Que este filme tenga su estreno dentro de las vísperas patrias no es coincidencia, Pedro nos presenta a un personaje central de la vida artística de México, estamos hablando de Pedro Friedeberg, quien a pesar de tener un origen germánico creció y se desarrolló como artista dentro de las calles de la Ciudad de México y, aunque para la mayoría de la población resulta ser un nombre desconocido, de alguna u otra forma, sobre todo los habitantes de la ciudad, han tenido algún acercamiento con su obra y ¿es que nadie recuerda esa famosa silla mano? Que de hecho una de sus réplicas se encuentra en el techo de la que alguna vez fue casa de la famosa fotógrafa Tina Modotti en la Condesa.
Pedro es un documental diferente porque cuando se menciona que un producto así saldrá el primer pensamiento que salta es que hablará sobre la obra del artista y su trascendencia, que de alguna forma analizarán las piezas y cómo éstas se interconectan con su vida, sobre todo teniendo en cuenta que no existe ningún otro documental sobre él. Sin embargo, desde los primeros minutos podemos ver que esto no será así, tenemos a Pedro siendo entrevistado por estas cuestiones y descartando cada una de las preguntas como si fuera algo sin importancia, le mencionan que él es el precursor de una corriente y que al mismo tiempo es el último de una generación de artistas prácticamente en extinción; él solo se limita a decir: “No soy el primero ni el último de nada”. Con un tono casi desdeñoso. Y esto es una pista y un resumen de lo que estamos a punto de ver y conocer.
Liora con su documental que nos ofrece una ventana a la vida de Pedro más como persona que como artista. Solo hay pequeños vistazos a pinturas, pero solo sirven más para representar la forma en que él ve el mundo y como se percibe, como si no pudiera terminar de entender su peso dentro de la historia del arte. Esto mismo provoca un profundo interés por su vida y las piezas que ha creado, porque son una especie de misterio, él tiene muchas facetas y logras entender el por qué de la fascinación de la gente que lo rodea hacia su persona.
Es una obra íntima, provoca una sensación de familiaridad con el artista; a lo largo de los minutos se vuelve casi un amigo con el que estás tomando café y, al mismo tiempo, sientes la necesidad de escribir lo que opina del mundo porque es surreal casi como sus pinturas, sus palabras parecen esconder secretos y respuestas a la vida, pero al mismo tiempo carecen de sentido. El documental logra que, aunque el arte no sea algo de tu interés termines amando el arte pero sobre todo a Pedro y extrañándolo a pesar de no conocerlo.
No todo se centra en Friedeberg, la intimidad va más allá de observar a un personaje como él en un día cualquiera, Liora se adentra en su creación, su relación con él construye cada imagen. Podemos ver la admiración y amor que le tiene, también el miedo tanto a Pedro como a la historia, miedo a decepcionar a todos porque no es poca cosa la tarea en la que se embarcó. Él le abrió las puertas de su casa e incluso de su corazón y hacerle justicia eso es complicado, sin embargo, logró demostrar la importancia de Pedro como persona y artista, es un documental que será parte importante de la historia artística de México.