Reseña de la película: Ni en Sueños

Título en español: Ni en Sueños
Título original: 
Long Shot
Dirección: 
Jonathan Levine
Guion: 
Dan Sterling, Liz Hannah
Fotografía: 
Yves Bélanger
Música: 
Marco Beltrami, Miles Hankins
Elenco: 
Seth Rogen, Charlize Theron, O’Shea Jackson Jr., Andy Serkis, June Diane Raphael, Bob Odenkirk, Alexander Skarsgård, Ravi Patel, Lisa Kudrow, Tristan D. Lalla, James Hicks, Randall Park, Aladeen Tawfeek, Nathan Morris, Wanya Morris, Shawn Stockman, Isla Dowling
Género: Comedia
Distribuidora: 
Corazón Films
País: 
Estados Unidos
Duración:
125 min.
Fecha de estreno: 
3 de Mayo de 2019

Por momentos, parecería que la comedia romántica no tiene más que decir sobre el ya conocido eje chico conoce chica/vivieron felices para siempre, el cual resulta por momentos cansado, no tanto por su falta de originalidad temática, sino porque se evita trastocar el eje central. Sin embargo, Ni en sueños (Long shot, Jonathan Levine, 2019) brinda un respiro y una posible señal de que las cosas pueden cambiar.

La cinta tiene elementos para que se reciba con cierto temor en primera instancia. Su director lo mismo puede dar obras con un gran peso dramático, como 50/50 (2011), que otras más cercanas al humor extremo pero sin sustancia, como Sntached (2017); sin embargo, dentro de su filmografía se halla un acercamiento a la comedia romántica en Warm bodies (2013) el cual, pese a lo irregular de su resultado y lo poco convencional en muchos sentidos de su historia, dejaba entrever una intención de tomar riesgos al llevar a un situación extrema el mito del amor cómico.

Otro elemento de disuasión era la pareja protagonista. Seth Rogen es un tipo con un gran carisma y un talento cómico innegable, aunque suele caer en excesos que no siempre generan el humor deseado, o que rompen con el ritmo por el exceso de tiempo gastado en la construcción del chiste. Por otro lado, Charlize Theron no parecería ser la opción idónea para trabajar con Rogen, hasta que se toma en cuenta la labor que realizó al lado de Patton Oswald en Young adult (Jason Reitman, 2011), donde además de mostrar su lado humorístico encarna a un personaje perdedor y sobrado de sí, bastante cercano a cualquiera de los típicos papeles que suele recrear Rogen.

Dados esos temores, los primeros 30 minutos de la cinta hacen esperar lo peor sobre el posible amorío de un escritor soltero y medio perdedor, con un gran talento acompañado de una capacidad fuera de control para mandar las cosas al diablo cuando estas atentan contra su “brújula moral”, y una exitosa política a nada de aspirar y lograr la presidencia de Estados Unidos. Durante ese tiempo, la cinta da bandazos buscando un tono que permita establecer su fórmula de comedia romántica con nuevos elementos de humor y dinámicas entre los personajes. Así que no queda nada más que esperar una caída a base de chistes escatológicos y sin sentido.

No obstante, pasada esa media hora, y tras un incidente que en cierta manera pone a la pareja en la misma dimensión de vulnerabilidad e insignificancia con respecto al mundo que habitan, las cosas mejoran y se establece una relación más cercana entre los personajes, lo cual permite que las bromas, por más pesadas que sean, funcionen en la medida en que se ha intercambiado información que pone en contexto los alcances y las intenciones de las mismas.

Esto permite, por un lado, dar paso a referencias a cintas clásicas de la dama rescatada por el caballero, o de la chica talentosa con dudas sobre su capacidad que recibe ayuda de alguien en mejor posición que ella, además de su amor. Y, por otro lado, permite que las bromas señalen los defectos de una estructura que no ha sido avisada de los cambios sociales.

Así, mientras se observan situaciones que bien podría parecer propias de las comedias románticas estelarizadas por Hugh Grant, como Nothing Hill (1999) de Roger Michell o Two weeks notice (2002) y Music and lyrics (2007) de Marc Lawrence, acompañadas de la música icónica de otras tantas comedias históricas, como It must have been love de Roxette en Pretty woman  (Garry Marshall, 1990) o la versión que se usa de la gran Moon river que Henry Mancini compuso para Breakfast at Tiffany’s (Blake Edwards,1961), se ven también bromas cuya intensidad se modifica y sirven para señalar como la misma broma no funciona de la misma manera dependiendo de quién la dirija a quién.

El mismo final da muestra de como se pueden establecer nuevas formas de presentar situaciones amorosas en un mundo donde los roles tradicionales poco a poco dejan de ser usados, con lo cual se abre la posibilidad a nuevas formas que permitan reflejar y criticar las aspiraciones amorosas de una audiencia moderna.

Así, si bien la cinta tarda en despegar, una vez que lo hace entra de lleno en una combinación de humor y romance que no deja pasar la oportunidad de realizar una crítica no tan velada sobre las personas detrás del poder en el Estados Unidos contemporáneo, lo cual otorga otras posibilidades narrativas y momentos de humor, que aunque no siempre se logrados y rayanos en la caricatura, permiten apuntalar la dinámica de la pareja estelar, dándole más dimensiones y elementos para establecer una relación más allá del flechazo inicial.

“Ni en Sueños” llegará a las salas de cine de México el viernes 3 de Mayo de 2019.

Alberto Marín