Reseña de la película: La paloma y el lobo

Título original: La Paloma y el Lobo

Año: 2019

Duración: 106 min.

País: México

Dirección: Carlos Lenin

Guion: Carlos Lenin, Jorge Guerrero

Fotografía: Diego Tenorio

Reparto: Paloma Petra, Armando Hernández

Productora: IMCINE, FOPROCINE, Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC)

Género: Drama

Sinopsis

Desplazados por la violencia que arrasó con su pueblo, Paloma y Lobo sobreviven intentando amarse. Entre la sed, el miedo y la nostalgia, Paloma desea regresar a casa pero Lobo vive atado a un recuerdo que le impide volver.

Opinión

El pasado 19 de abril se llevó a cabo la proyección y conferencia de prensas virtuales de la película mexicana La paloma y el lobo (2019), largometraje debut del director linarense Carlos Lenin Treviño, el cual fue realizado con el apoyo del Programa de Óperas Primas de la UNAM y el desaparecido FOPROCINE.

La cinta sigue a Paloma (Paloma Petra) y Lobo (Armando Hernández) un par de jóvenes que viven en la estrechez de los barrios de trabajadores afincados en la zona noreste de México, particularmente en la zona comprendida por los estados de Coahuila y Nuevo León.  Las razones de su aparente estancamiento son reveladas poco a poco y de forma esquiva, lo cual es una de las formas en las que Treviño perfila una serie de meditaciones, de potentes matices, sobre las condiciones de los desplazados por la guerra del narcotráfico, al igual que apunta hacia la forma en que está y otras situaciones desprendidas de estos hechos permean y percuden el tejido social.

Dentro de estos destacan la introyección que los adolescentes realizan de los modos y signos del narcotráfico, a partir de los cuales intentan desarrollar sus personalidad y sus núcleos sociales; la reconstrucción de los roles sociales del hombre y la mujer, donde está cada vez tiene mayor penetración en la vida productiva de hogares oprimidos por las circunstancias y los ambientes (en particular los calcinantes rumbos norteños), mientras que aquel se enfrenta al derrumbe de su papel tradicional y a al falta de herramientas emocionales ajenas a la violencia y al alcohol con las cuales afrontar el vacío interno; y la casi eterna falta de conciliación el pasado y su ecos de barbarie.

Esto es enmarcado en las fachadas desangeladas propias de las construcciones en las que Lobo se gana, cuando se puede, su jornal; en las mustias maquilas en las cuales Paloma es víctima de habladurías y tratos déspotas; o el maltrecho habitáculo, apenas un cuarto en obra gris con las mínimos y siempre escasos mínimos necesarios para la sobrevivencia, que ambos comparten.

En ellos el ambiente es siempre de un calor apenas soportable, matizado apenas por la intermitente presencia de una oscuridad que, lejos de esconder, recrudece las condiciones a la vez que funciona, junto con la disposición de los elementos frente a la cámara, para alejar de la vista del espectador los hechos de saña y dolor, con lo cual Treviño hace gala de un manejo del suspenso y el terror en su forma más elemental (no por ello menos potente y efectiva), la cual se apoya en los indicios básicos para que la imaginación construya la escena, aumentando así la intensidad del efecto.

Si bien es un trabajo que sus creadores señalan como un ejercicio emergido de su periodo como estudiantes, es notable lo pulido de su manufactura, con un discurso muy claro por parte de Treviño, el cual viene trabajando desde su cortometraje 24°51’ latitud Norte. A este se suman el trabajo de David Muñoz en la construcción del paisaje sonoro que apuntala las búsquedas emocionales planteadas en el guion, y el de Diego Tenorio en la fotografía, quien durante la rueda de prensa indicó que buscó captar la luz propia de la geografía del rodaje, para así apartar la cinta del canon establecido por las producciones norteamericanas y europeas que acompañan filmes similares, y así poder darle un anclaje de mayor veracidad al relato de Treviño.

Todo ello enmarca una historia en la que la violencia no es el fin sino el arranque para ensayar aproximaciones sobre la búsqueda de la felicidad, el desarrollo personal a expensas de las condiciones sociales, y un repaso y confrontación a la idea imperante del amor abnegado y eterno, y como este también se ve en entredicho tanto por las aspiraciones honestas de cada individuo como por las crisis sociales.

“La paloma y el lobo” estrena el 22 de abril en salas seleccionadas de todo el país, con apoyo de Piano para su distribución

 

Alberto Marín