Reseña de la película: Espirítu del Mal

Título en español: Espirítu del Mal
Título original: Pyewacket
Dirección: 
Adam MacDonald
Guion: 
Adam MacDonald
Fotografía: 
Christian Bielz
Música: 
Lee Malia
Elenco: 
Lauria Holden, Nicole Muñoz, Chloe Rose, Eric Osborne, James McGowan
Género: 
Terror
Distribuidora: 
Cinemex Presenta
País: 
Canadá
Duración: 
90 min.
Fecha de estreno:
 1 de febrero de 2019

Sinopsis: 

Pyewacket (Espirítu del Mal) cuenta la historia de Leah, una joven que es forzada a mudarse de casa después de muerte de su padre. En disgusto con su madre, Leah realiza un ritual de magia negra convocando al espíritu de una bruja para matarla. Invadida por la culpa, Leah intentará revertir el hechizo desesperadamente, pero se dará cuenta que despertó algo en el bosque y nada podrá prepararla para el terror que ha desatado.

Opinión de la Película:

A los pocos minutos de iniciada la película Leah (Nicole Muñoz), la protagonista de esta aventura de terror, tiene un breve encuentro con Rowan Dove (James McGowan), un escritor de lo oculto quién dentro de sus escasas e intrascendentes participaciones advierte a Leah, en ese primer encuentro, que tenga cuidado con lo que cree.

La advertencia cae en saco roto, por supuesto, dando así inicio a una película con buenas intenciones, pero cuya ejecución deja mucho que desear. Haciendo uso de los bosques, esta producción canadiense revela muy pronto sus propuestas, las cuales no por trilladas podrían resultar interesantes.

Sin embargo, el problema no son las propuestas, si no su tono y su ritmo, los cuales tardan en definirse, dando pie a desatinos en las tomas que, al buscar apartarse de la zona de comfort de los jump scares, cae en el abuso de tomas interesantes que, al no solventarse de forma efectiva cuando se necesita, bajan el impacto deseado cuando se resuelven satisfactoriamente. Por ejemplo, tomas a ras de suelo que buscan generar sensaciones de acecho cuando aún no sabemos de qué y cómo debemos temer, o con personajes en primer plano con mucho espacio vacío de fondo, en el cual no acontece nada y, cuando acontece, el efecto se diluye pues ya estamos entrenados por los abusos previos.

Al igual que las tomas, el sonido no ayuda a generar la tensión necesaria. Por un lado, acaso en un intento de evitar los clichés del género, evita usar música acorde con el estilo black metal gótico con el que se caracteriza a Leah y sus círculo de amigos (y que sin querer ha sido una marca para el género de terror, sobre todo el de bajo presupuesto), decantándose por un rock menos agresivo y por un uso de cuerdas que genera un ambiente más cercano a la angustia del thriller independiente que a la de un filme de terror.

No obstante, la película logra resultados interesantes, como su contención en caer en CGI barato (dado el género y el presupuesto, es digno de aplauso que no caiga en tentaciones que harían más por hundir la película que por realzarla) y el pulso y la forma del tercer acto, el cual tendría más poder si los dos anteriores no hubieran caído en los errores antes señalados. Aun así, este tercer acto da un giro de tuerca que permite aclarar los buenos propósitos que busca desarrollar y nos muestra a un director (Adam McDonald) que acaso con más tiempo podrá entregar un trabajo que asiente mejor su pasado como actor de dramas televisivos independientes, el cual se nota en su manejo de las relaciones interpersonales y los espacios en los que acontecen estas.

Para finalizar, es conveniente regresar a la advertencia sobre tener cuidado con lo que se cree, sólo que en este caso dirigiéndola hacia los espectadores y las ideas que se generan cuando se habla de cine de terror, pues este género no es sólo jump scares y música atronadora o inquietante como ha sido la tendencia en los últimos años, sino que también tiene subgéneros del corte ambiental y psicológico que tienen un ritmo y unas intenciones distintas, las cuales requieren una aproximación y una participación diferente por parte de la audiencia.

Dicho lo anterior, Espíritu del mal (2017), pese a lo predecible de su argumento, tiene el beneficio de intentar subvertir y generar un discurso fílmico propio que, a pesar de sus carencias y defectos, no cae mal una vez que se tiene en cuenta que parte del goce recae en cómo creemos que se debe exponer el terror en pantalla.

“Espirítu del Mal” llegará a las salas de cine de Cinemex el viernes 1 de febrero de 2019.

Alberto Marín