Reseña de la película: El Jilguero
Título original: The Goldfinch
Año: 2019
Duración: 149 min.
País: Estados Unidos
Dirección: John Crowley
Guion: Peter Straughan (Novela: Donna Tartt)
Música: Trevor Gureckis
Fotografía: Roger Deakins
Reparto: Ansel Elgort, Nicole Kidman, Sarah Paulson, Luke Wilson, Jeffrey Wright, Willa Fitzgerald, Luke Kleintank, Ashleigh Cummings, Finn Wolfhard, Denis O’Hare, Oakes Fegley,
Productora: Warner Bros. / Color Force / Amazon Studios.
Género: Drama
Adaptar libros a películas se ha vuelto una constante en el cine aunque muy pocas veces con el éxito esperado, casi siempre decepcionando a los lectores. La nueva víctima es “El Jilguero”, novela del 2013 escrita por Donna Tartt, ganadora de un premio Pulitzer gracias a este título y la cual será distribuida por Warner Bros y Amazon Prime cuando llegue a streaming. El estreno en México está fechado para el 27 de septiembre del 2019 en todas las salas del país.
Theo Decker es un chico de 13 quien está en el lugar equivocado en el momento erróneo. Tras un atentado en el museo de arte visitado junto a su madre, el pequeño queda huérfano y probablemente traumatizado de por vida. Al no tener a nadie −su padre los abandonó hace tiempo y nadie sabe a dónde ha ido− queda al cuidado de la familia de un amigo de primaria, los Barbour y con cuya madre –interpretada magistralmente por Nicole Kidman− hace clic de inmediato.
Y es con esta familia con quien poco a poco empieza a volver a su cotidianidad, rodeado de arte, comodidades y amigos. Sin embargo, no olvida a su madre en ningún momento y se aferra a su recuerdo y a un cuadro de un jilguero encadenado sacado de entre los escombros después de la explosión, pieza de arte que atesorará hasta la edad adulta y complicará las cosas mientras más tiempo pasa con él.
La historia comienza bien pero mientras más avanza los saltos temporales se vuelven confusos. A pesar del ritmo lento marcado durante casi toda la cinta, es en la recta final cuando se apresuran a darle cierre sin miramientos o compasión con una sucesión de escenas casi sin palabras dejando al espectador intentando procesarlo.
Las actuaciones tienen puntos fuertes y débiles. Nicole Kidman se apodera del personaje haciendo clic con el espectador por la compleja elegancia del rol, incluso Oakes Fegley (Theo Decker adolescente) se deja absorber por esta química con la rubia llevando a cabo una actuación creíble, misma que es echada de menos cuando los personajes se separan. Ansel Elgort (Bajo la misma estrella) lo interpreta adulto haciendo notoriamente creíbles los problemas arrastrados por las desgracias ocurridas en su vida.
Sorpresivamente −y para bien− vemos a Finn Wolfhard (Sí, Mike en Stranger Things) interpretar al amigo ucraniano de Theo, el típico chico problema quien induce al protagonista –cuestión de tiempo para que cayera por sí solo− al consumo de alcohol y drogas. Su actuación es amenamente natural en contraste con la de Aneurin Barnard, quien hace al Boris adulto y pese a tener gran carga dramática, así como uno de los detonadores del clímax, se le ve forzado y fingido.
Sin embargo, no todo es malo con esta cinta. La fotografía de Roger Deakins es lo que termina de salvar la película al mostrarnos el cómodo y lujoso apartamento de los Barbour en contraste con la desolada y arenosa calle de Las Vegas donde Theo y Boris se conocen, cada detalle de los escenarios está bien cuidado y es un deleite para el espectador.
Para los lectores, esta adaptación puede quedarles a deber, para quienes no conocemos la obra seguramente será una puerta para adentrarnos en sus páginas en busca de las respuestas y ante el desorden de escenas y la poca emotividad en los momentos más necesarios. Sin ser la obra maestra que prometía, la cinta está lejos de ser mala, simplemente no cumple con las expectativas generadas por versión escrita, como tantas otras.