Reseña de la película: Dulce Familia

Título: Dulce Familia
Dirección: 
Nicolás López
Guion: 
Nicolás López, Guillermo Amoedo
Fotografía: 
Antonio Quercia
Música: 
Manuel Riveiro
Elenco: 
Fernanda Castillo, Florinda Meza, Regina Blandón, Vadhir Derbez, Paz Bascuñan, Vanessa Díaz, Ariel Levy, Boris Quercia, Luciano Cruz Coke, Mirella Granucci
Género: Comedia
Distribuidora: 
Videocine Distribución
País: 
México
Duración: 
105 min.
Fecha de estreno: 
10 de Mayo de 2019

La primera señal del desastre por venir se observa en la secuencia inicial de Dulce Familia (Nicolás López, 2019). En ella, la nutrióloga Bárbara Trujillos (Regina Blandón) dirige un discurso “motivacional” acerca del sobrepeso a un público femenino, mientras en los displays colocados a la espalda de ella se observa la publicidad de su sistema para la pérdida de peso, el cual resume sus mecanismos en tablas nutrimentales similares a las que se hallan en cualquier empaque alimenticio.

Si se observa con cuidado dichos displays, así como los que se hayan como promoción de la cinta en los vestíbulos de los complejos cinematográficos, se nota un fallo garrafal en la sumatoria de los “ingredientes” que dan “consistencia” a la historia. Si algo tan fácil de hacer, en virtud que realizar correctamente las tablas nutrimentales para los materiales de exhibición no es más que un básico copiar-pegar con la debida edición para cambiar los nombres de los componentes por aquellos propios para el filme, es realizado tan paupérrimamente, no se puede esperar mucho de la manufactura de la cinta.

Desgraciadamente, la desconfianza se ve confirmada conforme avanza la cinta y su “desarrollo”. Con más buenas intenciones que ganas y calidad, la historia fracasa tanto en su intento de divertir como en “proponer” una reflexión sobre la forma de concebir la belleza y la salud corporales.

El primer fallo, gracioso en su candidez, pero pernicioso por lo mismo, es la maniquea presentación y preservación de los clichés sobre las personas delgadas, que son amargadas por reprimirse los gustos, y aquellas con sobrepeso, que son felices y divertidas porque se aceptan y no se limitan. Como si no existieran cuerpos delgados entregados al exceso, y sobrepesos penosos porque su naturaleza le juega malas pasadas metabólicas a pesar de llevar vidas saludables.

Luego, como para limpiarse las manos, se intenta poner en la mesa el ataque a los prejuicios físicos a través del uso sin explicación del término body shaming¸ el cual busca señalar la crítica que reciben, particularmente las mujeres, cuando su cuerpo no se adecua a los estándares de belleza establecidos.

Sin embargo, la crítica realizada por el body shaming no está peleada con el cuidado de la salud. Con lo que está peleada es con el juicio que se hace sobre aspectos concretos que están fuera del control de la persona, los cuales generalmente no están acorde con los ideales de perfección que poseen los cuerpos y rostros de modelos, actores y actrices, sin considerar que tal atractivo requiere sacrificios e inversión de tiempo y dinero a los que no todas las personas deben y tienen porque afiliarse, por no hablar como cada cuerpo, por muy parecido que sea a otro, reacciona diferente al mismo programa de alimentación y ejercicio en relación con sus características morfológicas y metabólicas.

No conforme con la exposición básica de clichés que ahorrarán el desarrollo de personalidades más ricas e interesantes, el filme presenta los atributos más torpes y caricaturescos asociados a la práctica nutricionista y a los trastornos nutricionales.

Si no fuera suficiente con la mala concepción que se tiene de ambos temas, la película muestra a la nutrióloga como un enemigo brutal y cercano a la grosería, al que se puede chantajear cuando se descubre que su extremo y controlado estilo de vida la orilla a un trastorno etiquetado como un trastorno de control de impulsos antes que uno alimenticio, a pesar de que uno de sus rasgos no siempre presente sea la ingesta de elementos nocivos para el cuerpo. Sin embargo, aquellos otros debidos a la ansiedad o que cumplen con los criterios para ser considerados trastornos alimenticios, y que están presentes en la trama, no son señalados más que de pasada y de una forma burda.

Si se suman acciones truculentas sin consecuencia directa en los personajes, una incapacidad para tomar una postura que señale el problema de los excesos en ambos lados del problema, el resultado es algo que parece un intento noble por abrir la discusión sobre valores morales y saludables desarrollados a partir de criterios estéticos y comerciales basados más en la conveniencia económica, pero que termina por ser un capítulo extendido de La rosa de Guadalupe, con casi  todos los deméritos que la comparación conlleva.  

“Dulce Familia” llegará a las salas de cine de México el viernes 10 de Mayo de 2019.

Alberto Marín