Reseña de la película: Contra lo imposible (Ford v. Ferrari)

Título original: Ford v. Ferrari

Año: 2019

Duración: 152 min.

País: Estados Unidos Estados Unidos

Dirección: James Mangold

Guion: Jason Keller, James Mangold, Jez Butterworth, John-Henry Butterworth

Música: Marco Beltrami

Fotografía: Phedon Papamichael

Reparto: Matt Damon, Christian Bale, Jon Bernthal, Caitriona Balfe, Noah Jupe, Josh Lucas, Tracy Letts, JJ Feild,

Productora: Chernin Entertainment / 20th Century Fox

Género: Drama. Acción

Basada en los hechos reales que llevaron a Ford a declararle la guerra en las carreras deportivas a Ferrari, este 15 de noviembre llega a todas las pantallas de cine Contra lo imposible, la nueva cinta dirigida por James Mangold (Logan) y protagonizada por Matt Damon (Jason Bourne) y Christian Bale (Batman de Christopher Nolan). La cinta ambientada en los años 60 y sin hacer gala de efectos elaborados logra brillar por su excelente guion y buen cuidado montaje atrapando al espectador sin necesidad de que sea un aficionado a las carreras automovilísticas.

Carroll Shelby (Matt Damon) − único americano en haber ganado Le Mans pero quien se ha retirado debido a razones de salud− es requerido por Ford para romper las leyes de la física y crear un automóvil capaz de vencer a los de Ferrari en la carrera de 24 horas Le Mans celebrada en Francia. La compañía enfrenta grandes problemas económicos con el auge por comprar autos visiblemente más bonitos y su única salida es abrirse paso a nivel competitivo, rama que domina la marca italiana desde sus orígenes.

Shelby acepta el encargo y conforma un equipo donde incluye al piloto Ken Milles, mecánico británico dotado de un talento natural para conducir pero con serios problemas de carácter, característica que choca rotundamente con la forma en que Ford hace las cosas.  Ahora, ambos deberán poner a prueba la confianza que se tienen y construir, contra todos los problemas surgidos, un auto capaz de ganarle al gigante italiano no sólo para salvar a la compañía, sino para hacer historia.

El guion es muy bueno, pensado no sólo en los fans de este tipo de cintas  sino de interés para todos aquellos con algo de vida en su interior. El estar basado en un hecho real es un punto que juega a favor de la trama ya que pese a ser información conocida por los aficionados, se esfuerzan en retratar a Ken Milles, así como darle un debido lugar en la historia de la creación del Ford GT40, donde parecieran figurar −por vox populi− únicamente Henry Ford II y Carroll Shelby.

La edición está bien lograda, el filme dura aproximadamente dos horas con 30 minutos y ni siquiera se sienten. Las escenas de carreras, sin necesidad de los efectos de Hollywood, son asombrosas, logrando captar la esencia del automovilismo y dejándote al borde del asiento ante los estragos de la velocidad. Sin duda un ejemplo claro de cómo deben trabajar en mutuo acuerdo los guionistas junto al departamento de edición.

Las actuaciones son otro punto que da matices a la narrativa. Tenemos a dos ganadores de premios de la Academia que saben muy bien cómo hacer su trabajo. Damon encarna a un texano duro que no dudará en defender a su amigo y tomar toda la responsabilidad si algo sale mal. Bale vuelve a trabajar su cuerpo para estar en los estándares de corredores de autos y al mismo tiempo mostrar a un tipo desgarbado y de mal talante pero que se vuelve un genio carismático cuando está dentro de un auto. Ambos personajes, tan diferentes entre sí llenan al largometraje de un tono dramático que cubre los vacíos que podría dejar una historia enfocada únicamente en cómo Ford se enfrentó a Ferrari.

La película es altamente recomendable para todo público. Tiene toda la dosis de acción que necesitan algunos pero no por eso descuida la parte narrativa ni emotiva, no hay grandes descuidos en lo referente al “mundo automovilístico” pero tampoco hace un uso inapropiado del lenguaje del mismo, asegurando así que sea entendible por los menos iniciados en estos temas.

Ivonne Koike

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Licenciada en Comunicaión y periodismo, otaku y amante de la lectura. Creadora de contenido y un poquito rara y loca.