Reseña de la película: Anna, el peligro tiene nombre
Título original: Anna
Año: 2019
Duración: 119 min.
País: Francia
Dirección: Luc Besson
Guion: Luc Besson
Música: Eric Serra
Fotografía: Thierry Arbogast
Reparto: Sasha Luss, Helen Mirren, Luke Evans, Cillian Murphy, Eric Godon, Eric Lampaert, Pauline Hoarau, Avant Strangel, Jan Oliver Schroeder, Rupert Wynne-James, Réginal Kudiwu, Adrian Can
Productora: Europa Corp. Distribuida por Summit Entertainment
Género: Acción. Thriller
Este 27 de septiembre llegará a cines la más reciente cinta de espías del director Luc Besson, quien nos tiene acostumbrados a historias protagonizadas por mujeres fuertes y solitarias. Anna, el peligro tiene nombre no es la excepción y de la mano de Sasha Luss (Anna) le da vida a una aparente frágil chica con un pasado difícil, misma que de pronto se convierte en una máquina de matar tras enlistarse en la armada rusa y ser captada por la KGB.
La historia nos muestra a un cazador de talento vagando por Rusia en busca de la próxima top model, es así como termina encontrándose con una vendedora de matrioskas, aunque en un principio ella no se muestra muy convencida de abandonar su vida para ser modelo en Francia, Anna llega a París y comienza a escalar posiciones debido a su belleza y talento. Pero detrás de esa piel de porcelana y rostro angelical se encuentra la mejor espía, a quien la han hecho pasar encubierta para acercarse fácilmente a sus objetivos.
Y es precisamente esta doble vida la que permite un vaivén de cambios de época y escenarios, los cuales, lejos de confundir dotan a la cinta de vida. Si bien la historia no es nada del otro mundo, las vueltas de tuerca constantes enganchan al espectador con cada secuencia inconclusa o flashback usado para guiarnos a través de las vivencias de Anna y los involucrados con ella.
Los tonos usados son cálidos cuando Anna M −la modelo− trabaja y muestra una personalidad inocente y sumisa, rodeada de lujos, luces y lentejuelas; mientras que los fríos aparecen cuando Anna la espía cumple su deber sin perder tiempo o sentir remordimientos más que por el hecho de no ser libre. El empoderamiento femenino −constante en el trabajo de Luc Besson− y la belleza de Sasha Luss dejarán boquiabierto a más de uno.
Las peleas coreográficas –mismas que recuerdan a El quinto elemento− dotan de acción el filme, recordándonos al espionaje como categoría principal y a la búsqueda de la libertad como el motor de la protagonista. Los personajes varían de ser profundos a una caricatura de los espías o matones rusos y en estas idas y venidas el drama se convierte en comedia y viceversa, haciendo la cinta tediosa por momentos.
Helen Mirren carga el peso de la historia al ser un alto mando de la KGB y funge un papel de mentora para Anna, sin ser del todo cariñosa o simpática con la chica sabe entenderla mejor que nadie –sea por haber sido una espía o apreciarla a su manera−. Sasha Luss también hace un buen trabajo en su papel de femme fatale con su actitud fría, pasional pero a la vez calculadora, conocedora del tablero y capaz de jugar en ambos bandos.
La cinta es altamente recomendable si disfrutas del género de espías, todo está bien montado por ese lado; sin embargo, si buscas una maravilla como los anteriores trabajos de Luc Besson, este largometraje se queda corto en guion y personajes. Tantos saltos temporales son un fastidio llegando a la recta final de la película, donde parecieran tener el propósito de alargarla con tal de mantener el misterio alrededor de las acciones de la protagonista y mismo que resulta innecesario.
Si bien logra contar una historia de espías con elementos no comunes, el abuso de estas mismas particularidades son las que terminan hundiendo la narrativa con tantos sobresaltos para mantener al espectador enganchado. La cinta pretende abarcar demasiados temas, algunos con éxito y otros no tanto y es quizás por pecar de ambiciosa −con un guion que ciertamente no lo es− que pese a ser entretenida no será una cinta inolvidable.