Reseña de la película: 1917

Título: 1917
Dirección: 
Sam Mendes
Guion: 
Sam Mendes, Krysty Wilson-Cairns
Fotografía: 
Roger Deakins
Música: 
Thomas Newman
Clasificación:
B
Distribuidora:
Universal Pictures Mexico
Elenco: 
George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Colin Firth, Andrew Scott, Daniel Mays, Adrian Scarborough, Jamie Parker, Nabhaan Rizwan, Justin Edwards, Gerran Howell, Richard McCabe, Robert Maaser, John Hollingworth, Anson Boon, Jonny Lavelle, Michael Jibson, Chris Walley
Género: Drama
País: 
Estados Unidos | Reino Unido
Duración: 
119 min.
Fecha de estreno: 
17 de enero

Aunque los orígenes del género bélico se remontan a los videos o grabaciones en el cine para alentar a las tropas y mostrar las debilidades de los rivales con quienes se sostenía la batalla, ciertamente el cine de guerra recibió un gran impulso durante la segunda mitad del Siglo XX, justo después del fin de la Segunda Guerra Mundial gracias al auge del cine hollywoodense en cuanto a sus temáticas antifascistas, situación que tomaría un rumbo más álgido entrando en la época de la Guerra de Corea y Vietnam.

Esto, sumado a otro tipo de batallas en el mundo, provocó que el género se quedara grabado en la mente de la gente que no vivió esas peleas en carne propia, a veces como testimonio, otras veces como crítica o incluso como mero entretenimiento disfrazado de mensajes pacifistas detrás de la violencia reflejada en la pantalla de cine.

El cine bélico cuenta con títulos de gran manufactura que toman el punto en común de la guerra para desarrollarlo de diversas formas. Tenemos la manera filosófica de verla por parte de Malick en La Delgada Línea Roja (1998), un relato ficticio pero tremendamente violento con Spielberg y su Rescatando al Soldado Ryan (1998), la guerra como una crítica social de corte semi autobiográfico de la mano de Stone en Pelotón (1986) o la correcta dramatización de hechos históricos como Lean lo hace en El Puente Sobre el Río Kwai (1957), entre muchos otros ejemplos.

Esta ocasión llega en plena temporada de premios una cinta dirigida por el británico Sam Mendes (Belleza Americana, 1999; Skyfall, 2012) llamada 1917, la cual nos remite a los tiempos de la Primera Guerra Mundial, batalla de la cual poco se ha visto en el cine bélico a excepción de ciertas obras muy posteriores a este triste evento histórico como Paths of Glory (Kubrick, 1957) o La Gran Ilusión (Renoir, 1937), donde se enfocan más en el aspecto de las consecuencias del conflicto que en meternos de lleno en el mismo.

En su cinta, Mendes opta porque se rinda un sentido homenaje a su abuelo y las tropas inglesas que dieron su vida en ese combate, creando una experiencia inmersiva de batalla al seguir los pasos del Cabo Blake (Dean Charles Chapman) y el Cabo Schofield (George Mackay), dos jóvenes soldados que tendrán que cumplir con lo que luce como una misión imposible: atravesar la tierra de nadie hasta el frente enemigo y llevar un mensaje importante al frente que podría salvar la vida de 1600 soldados británicos que están a punto de caer en una trampa.

Detrás de esta simple historia, Mendes crea una obra que, en su ejecución, es prácticamente perfecta. De la mano de su director de fotografía,  Roger Deakins, seguimos desde el primer minuto a estos dos personajes en lo que pareciera ser un solo plano secuencia, muy al estilo de lo que Lubezki e Iñarritu hicieron en Birdman (2014). Sin embargo, la maestría con la que logran la ejecución de esta idea da como resultado un viaje tan impresionante como emotivo.

Durante las dos horas de duración de la cinta se puede apreciar cómo estos dos personajes que ya han trabajado juntos saben lo que quieren mostrar y aprovechan todo lo posible el lenguaje cinematográfico que tienen a la mano para crear una experiencia inmersiva de la Primera Guerra Mundial. La angustia de momentos contrasta con la tremenda humanidad en otros, la violencia y el peligro latente se contraponen ante la esperanza y la belleza cruel de la naturaleza del paisaje.

El relato se vuelve muy dinámico con tomas y secuencias impresionantes, dejando incluso espacio para que uno como espectador vea a detalle la intimidad de los soldados y su, a todas luces, fatídica aventura pero también permite ver lo que los rodea. Esa ambientación juega un papel importante, ofreciendo el contexto de dónde están y a lo que se enfrentan, en una técnica similar a la vista con Pawlikowski en la joya de nombre Guerra Fría (Cold War, 2018).

Hablando de la fotografía, Deakins es la apuesta fuerte en todos los premios de la temporada en esta categoría ya que su labor sirve de vehículo para mostrar mediante su paleta de colores impresionantes y terribles tomas a la luz del día, de noche, con la mera iluminación de una vela o incluso con el uso de la paleta de colores alrededor de ciertas secuencias donde tiene un significado lírico bello que dota a este viaje de un alma única, como pocas cintas del género lo han logrado.

La música de Thomas Newman es un gran acierto pues resulta un gran acompañante en buenos momentos, algunos que transmiten calma o incluso la sensación de que algo terrible se acerca, ya sea la guerra que los rodea o esa pequeña batalla por sobrevivir y llevar su misión a cabo. En cuanto al diseño de producción, resulta una experiencia tremendamente realista, la cual le da el alma suficiente para que nuestros héroes puedan hacernos sufrir con ellos, seguir cada paso y mostrar tanto el lado bello como cruel de una batalla como lo es una guerra de esta talla.

Incluso la mancuerna de Mendes y Deakins aprovecha el maquillaje y los efectos especiales sin caer en la saturación, dándole un sentido de autenticidad al contexto que vemos. Los cadáveres, las ratas, los paisajes, todo forman un conjunto que hacen del resultado final una odisea que transmite al espectador lo que tiene que hacerle sentir.

Y es que hay veces en los que la labor por parte de Mendes es tan buena que parece estar recreando los momentos, como en algunas secuencias donde pareciera que estamos viendo las grabaciones hechas justamente en esa época, similar a lo logrado por Peter Jackson cuando restauró y le dio color a ese material grabado o fotografiado en aquellos turbulentos tiempos en esa pieza documental llamada Jamás Llegarán a Viejos (2018), hecha para conmemorar los 100 años del final de esa cruenta guerra.

El factor humano en la historia, más allá de su simpleza en cuanto a que sólo trata de ir de un punto hacia otro, se realza en ciertas escenas que cortan la tensión generada previamente sólo para meternos de lleno de nuevo en la batalla y recordarnos de esa maldita ambigüedad en la guerra, donde podemos encontrar como especie nuestro lado más compasivo y a la vez el más brutal.

Así, las imágenes vistas en pantalla aunadas a las grandes secuencias donde todo lo que pasa alrededor es trascendental, ya sea por la acción misma o el simbolismo dentro de ellas, hace que esta cinta sea más allá de una cinta bélica, una experiencia cinematográfica donde podemos apreciar los horrores y la malvada belleza de la guerra misma sin dejar de lado la humanidad o incluso la esperanza, esto a través de un viaje con una capacidad técnica maravillosa que contagia y te mete de lleno.

No duden que 1917 sea una gran candidata para esta temporada y sorprenda a propios y extraños en la futura entrega de los Premios de la Academia, reconocimientos que tendrá bien merecidos. Y es que esta pequeña aventura de dos soldados rasos dará mucho que decir, convirtiéndose seguramente en un clásico del género y en una de las mejores, si no es que la mejor cinta de este director británico salido del teatro londinense que todavía tiene mucho por hacer. Impresionante, brutal y emotiva, 1917 es de lo mejor que podrán ver en el año.

Calificación : 10 / 10

“1917” llegará a las salas de cine de México el viernes 17 de enero.

Aarón Navarro

Comunicólogo, melómano, cinéfilo, amante de la lectura. Escribo opiniones/reseñas de películas y series.