La importancia del color en el séptimo arte

Cuando se habla de cine hay diversos elementos a tener en cuenta, éstos van desde las actuaciones, el guion, los efectos y hasta las tonalidades usadas en la fotografía. Aunque no lo creas, ningún color está puesto como mera decoración ya sea en el vestuario; las escenografías e incluso como soporte de la narrativa, pero para entender su importancia primero hay que remontarnos a los orígenes del cine, cuando los colores en pantalla eran aún un sueño.

En los principios del cine, éste era en blanco y negro, ya entonces Georges Mélies jugaba con los colores en sus largometrajes coloreando él mismo fotograma por fotograma para lograr que el fuego, tan usado en su obra, se viera rojo, morado o azul; sin embargo, pasarían varios años para que apareciera El mago de Oz, siendo la primera cinta donde se usó el color como parte de la narración para distinguir lo “real” de la “fantasía”.

Con el avance de la tecnología para mejorar el cine a color –y no únicamente en tonos sepia−  comenzó a utilizarse el blanco y negro, que hasta ese momento seguía siendo usado por temas relacionados al presupuesto, como una expresión artística para mostrarnos un ambiente frío, sombrío o hasta violento. Por otro lado, algunas producciones optaron por las tonalidades de gris para recrear escenas que ocurrieron en el pasado o bien, enfatizar los valores, recurso que sigue usándose aún en nuestros días.

De la mano con lo anterior, las películas con escenas brillantes y llenas de tonalidades no sirven únicamente para atraer a niños y adolescentes, sino que responden a la cualidad de los colores para manipular los sentimientos y emociones de las personas. A esto se le llama teoría del color y no es ningún secreto que es aplicada a distintos niveles que van desde el menú de un restaurante, pasando por las paredes y uniformes de un hospital, hasta el séptimo arte o campañas políticas, pero ¿qué significan y cómo se utilizan los colores?

Antes de hablar de su significado, debemos saber que todos ellos están representados en un círculo cromático que se remonta a Newton, quien lo elaboró incluyendo los colores en los que separó su espectro de luz, este primer boceto inspiró a Johann Wolfgang von Goethe para crear la rueda de color utilizada aún en nuestros días, utilizada para clasificar los colores en: primarios o colores puros (amarillo, azul y rojo); secundarios (naranja, verde y morado) y terciarios, los cuales son una mezcla de un color primario con otro secundario.

A su vez, todos los colores cuentan con tres propiedades: matiz, saturación y luminosidad, lo que permite jugar y combinar tonalidades creando paletas cromáticas utilizadas para provocar diferentes sentimientos y sensaciones si se utilizan de manera correcta, es decir, si se utilizan en concordancia consigo mismos y con el mensaje de la cinta.

Para elegir cual predominará en un largometraje, primero se tiene que saber con qué intención es contada la historia y qué se quiere transmitir, una vez claro esto, tanto el director como los encargados de arte, edición y fotografía elegirán cuál mezcla de colores y tonalidades es la más adecuada, ya que su significado también depende de la cultura, edad y género cinematográfico.

Por ejemplo, el rojo puede simbolizar amor o pasión, pero también violencia; el amarillo enfermedad, locura, aunque se asocia también con vitalidad y optimismo; el naranja, al ser un tono cálido casi siempre es usado para reflejar amistad y juventud; el rosa es feminidad, felicidad, dulzura, belleza; el verde representa la naturaleza, fertilidad e inmadurez; el azul puede representar la tranquilidad aunque va de la mano de la melancolía y tristeza; mientras que el morado puede interpretarse como fantasía o erotismo al igual que amenaza.

Para tener claro el cómo se usará el color, se tienen esquemas que guían la combinación de los mismos: monocromático, donde se utiliza un tono dominante; colores adyacentes, el uso de distintas tonalidades; complementarios, es decir contraponer dos opuestos en la paleta de color para lograr destacar al actor del escenario utilizado. El más utilizado es el naranja y el azul, aunque también pueden verse el amarillo y morado (Hotel Budapest) o el verde y rojo (Amelie), jugando con la intensidad de los mismos.

Dentro del campo de los complementarios, existen las triadas de colores, las cuales son vistosamente más atractivas y aunque parecieran sobresaturadas armonizan por estar contrapuestas dentro del círculo cromático; son usadas para las películas de superhéroes y de animación, pero teniendo cuidado de elegir uno como predominante.

Las mezclas de esquemas, paletas y colores, dependerá de cada director y encargado de fotografía, ya que éstas dejan de ser meramente decorativos para usarse como herramienta narrativa en concordancia con los actores, de ser bien utilizados, destacarán las actuaciones y tomas, mientras que de ser mal empleados, arruinarán la experiencia del espectador.

Ahora ya sabes que no todo es tan simple como colores llamativos para cintas infantiles; pasteles para el romance y sombríos para el terror, sino que responden a todo un proceso psicológico, donde el espectador recibe el mensaje no sólo a través de las actuaciones, sino por las respuestas anímicas que generan los colores.

Ivonne Koike

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Licenciada en Comunicaión y periodismo, otaku y amante de la lectura. Creadora de contenido y un poquito rara y loca.