El legado de la Bestia hace vibrar el Palacio de los Deportes
La música es una forma de expresión que a todo mundo le saca lo mejor de sí mismo, no importa el género ni el ritmo cuando el cantante o banda llega a conectar contigo haciendo estallar todas las emociones dentro de cada persona. Justamente este domingo 29 de septiembre del 2019 pudimos presenciar a la banda Iron Maiden hacerlo en el gran domo de cobre.
El día de ayer, una de las bandas más importantes dentro del Heavy Metal, retumbó en el Palacio de los Deportes, pero la emoción no empezó desde allí, pues horas antes de iniciar el evento los fanáticos con boletos hasta adelante empezaron a llegar –algunos desde la madrugada− para apartar un lugar; mientras que quienes los tenían en gradas se presentaron hasta las 3:30 de la tarde a la estación Velódromo del Sistema de Transporte Colectivo (metro) para dirigirse a lo que sería una noche llega de energía.
Al salir de la estación, aquellos con playeras de la agrupación se mezclaban con los cientos de vendedores de productos de la banda, esto podía apreciarse desde el puente que conecta con la avenida Río Churubusco. Algunos de los fanáticos se detenían a comprar «suvenires», ya fuera la camiseta del evento, un llavero, taza, paliacates e incluso, ropa interior femenina con el nombre de la banda Iron Maiden.
Se apreciaban los autobuses dentro del estacionamiento del Palacio de los Deportes provenientes de otros estados de la república mexicana como: Guadalajara, Monterrey, Aguascalientes, San Luis Potosí, así como a cientos de seguidores venidos de otros países como: Colombia, Canadá, Estados Unidos, Chile, Perú, todos mezclados con los fanáticos mexicanos en «el pre-copeo antes del show».
Al dar las 6:30 de la tarde, la gente se apresuró a ingresar al Palacio de los deportes pues la emoción se hacía más grande conforme avanzaba el tiempo. La banda Raven age − teloneros de Iron Maiden− iniciaron el show en punto de las 7:20 de la noche.
La canción Doctor Doctor del grupo UFO, comenzó a sonar y el público estaba impaciente, pues ya sabían que la hora de la bestia había llegado por fin. Pronto se mostraron imágenes alusivas a la canción Ice high y enseguida empezó a sonar la poderosa guitarra de Dave Murray y la increíble batería de Nicko McBrain; ambos cimbraron el gran domo de cobre.
Los gritos y la cerveza volando por todo lados fueron constantes esa noche, además en las dos horas y media que tocó la agrupación británica se apreció el indescriptible espectáculo visual traído a México, abarcando desde una avioneta volando encima del escenario hasta la mascota nombrada la Doncella de Hierro (Iron Maiden) un demonio del infame que te miraba con sus grades ojos rojos.
Las luces alrededor del escenario no dejaron de verse con el tema Fear of the Dark pues fue uno de los más coreados por la fanaticada, quienes con lágrimas en los ojos transmitían la emoción que ésta les hacía sentir por ser una de las favoritas de los fans.
La noche culminó con el tema Run to the Hill’s, el cual volvió locos a los miles de fanático quienes tararearon el intro de la canción. Al final, todos los espectadores corearon el nombre de la banda y despidieron la segunda presentación Iron Maiden.
La noche terminó con un buen sabor de boca, a lo largo de las calles que rodean el Palacio de los deportes muchos fans concluyeron la velada con una buena cena al estilo mexicano, tacos, tortas y tamales ya que el olor atraía a todos aquellos que pasaran por los puestos ambulantes de la zona.
Una vez más el transporte estuvo a su capacidad máxima mientras todos regresaban a sus casas, algunos otros caminaban en la húmeda noche dejada por la lluvia, y los pocos esperaban a que algún familiar o taxi los levantará para llegar a su destino. No cabe duda que ésta fue la velada en que la bestia invocó su poder después de tres largos años de espera para pisar, de nuevo, suelo mexicano.