Traditional midwife Maria Espinoza, is pictured inside her home in a small Tzeltal speaking community near Ocosingo, Chiapas. Espinoza is part of a group of midwives in this region who attend workshops organized by the Global Pediatric Alliance that focus on human rights and gender equity, in addition to teaching midwives how to recognize obstetrical emergencies that require hospital attention.

Birth wars: entrevista con Janet Jarman

Birth wars (2019), parte del festival Ambulante de este año, es un documental dirigido por la directora estadounidense Janet Jarman, en el que se ofrece un vistazo a la actividad de las parteras, tradicionales y con formación profesionales, en diferentes regiones del sur de México.

El largometraje, surgido a partir de la adjudicación de la beca McArthur, es el primero de Jarman, quien en entrevista con Frecuencia Geek se describe como una antropóloga visual y una fotoperiodista antes que una cineasta. Esta apreciación se nota en la forma en la que hilvana los diferentes relatos que componen la cinta, en la cual las diferentes voces tienen espacio para manifestar sus posturas y matices, sin caer nunca en una falsa división entre buenos y malos.

En la entrevista, concedida gracias a Cinépolis, la pregunta inicial fue cómo llegó al tema. Ante ello señaló que, al vivir en México desde el 2003, ha creado documentales cortos y otro tipo de productos de reportaje, en los cuales el hilo conductor es cómo los sistemas de poder afectan las diversas esferas públicas. Esos trabajos la acercaron, en el 2015, a la labor de las parteras tradicionales en Chiapas, con quienes observó un trato personal, alejado de la estadística médica que suele manifestarse en clínicas y hospitales. Sin embargo, al lado del rostro humano de la profesión de las parteras también descubrió una serie de desafíos médicos y limitaciones prácticas, los cuales consideró merecían una investigación y presentación de mayor duración y profundidad a las obtenidas en sus trabajos usuales, por lo cual empezó a contemplar la necesidad de largometraje documental.

Tras indagar los motivos iniciales, algo que era necesario preguntar a Jarman era la forma en que contextualiza sus historias. Para ella saber el contexto y los factores que causan problemas es necesario toda vez esas, y otras muchas causas de la violencia en las áreas de trabajo en las cuales se encuentran las parteras, afectan la salud de la mujer, más en aquellos lugares considerados con riesgo. Por ello era necesario no sólo entablar contacto con las personas y sus realidades, sino también contar con un equipo de trabajo con experiencia, con el cual generar una dinámica que permitiera captar y dar el espacio necesario para mostrar imágenes que explicarán algo, más allá de sólo dar cuenta de nacimientos y procedimientos.

También resaltó que en esta labor de contextualizar las imágenes era necesario incluir hospitales y doctores que tuvieran contacto con la figura de las parteras, a fin de lograr una historia balanceada y compleja, que diera cuenta también del andamiaje del sistema hospitalario y como este opera en contra de las buenas intenciones del propio personal médico. Esto debido a que en ese esquema de trabajo las diferentes perspectivas en cuanto a la forma más conveniente de dar a luz suelen chocar ya que los médicos, al ser formados para tratar emergencias, ven los partos como una de ellas, cuando un aproximado del 85% de los partos pueden ser naturales. Esto también genera una sobresaturación de consultas y atenciones médicas hacia mujeres embarazadas, que puede reducirse a través de un trabajo conjunto entre médicos y parteras.

Sin embargo, este trabajo en equipo también se ve frenado por el prejuicio existente contra la labor de las parteras. Esta marginalización proviene, a partir de lo que Jarman vio y reflexionó durante el proceso de documentación y filmación, de un sistema médico ginecobstetra dirigido a la protección de la mujer, el cual genera como efecto secundario una jerarquía institucional en la que la figura del doctor es la que manda, dejando de lado la participación de la mujer embarazada y generando una discrimación hacia otras prácticas.

Por ello, señala Jarman, hay mucho diálogo que realizar para poder cambiar, y en este diálogo entra desde el cómo quiere tener la mujer su parto (entendido como experiencia de dar a luz), hasta el querer saber más del trabajo de las parteras, el cual parte de un modelo centrado en la mujer y en el que el embarazo y el alumbramiento no son sino procesos naturales que no deben interrumpirse (entendiendo la interrupción como la intervención médica que busca resolver la sobresaturación mediante inducciones del parto o cesáreas) a menos que no haya otra opción, a fin de generar un empoderamiento que va más allá del trato hacia las pacientes, y que se ve reflejado en las reacciones de los papás y en los efectos positivos en los bebés.

No obstante, para llegar a ver a la partería como algo común (como sucede en países como Chile o Francia, según comentó Jarman) es necesario ver una serie de cambios dramáticos, en lo que la salud de la mujer sea prioridad para tomar decisiones, a fin de generar una alta responsabilidad médica al momento de interrumpir procesos naturales, para mejor optar por cambios que apunten a procedimientos con menor tensión y mayor relajamiento; también falta auspiciar y mejorar trabajo conjunto, lo cual implica una voluntad política, un movimiento nacional, que contribuya al debate.

Ante esto, Jarman señaló que con su trabajo busca ilustrar la historia antes que contarla, ya no es lo mismo leer la situación (como fue su caso al prepararse antes de filmar) que verla, a fin de provocar que al ver más la situación más se deseé saber de ella. También mencionó que no siempre hay lucha falta entre los médicos y las parteras y que, cuando la hay, se debe más a una falta de experiencia con el trabajo de partera que a una incompatibilidad entre ambas prácticas sanitarias. Por ello hay que acumular más conocimiento del tema para generar un cambio, y que la sociedad se cuestione, por ejemplo, por qué pregunta “¿tienes tu hospital, tienes tu doctor?” cuando una mujer indica estar encinta.

Finalmente, Jarman indicó que el trabajo de edición fue una experiencia ante la cual se siente muy agradecida y entusiasmada ya que, al ser su primer trabajo de largo aliento y tener planeada una duración original de hora y media, le permitió dimensionar historias del sistema social y de dos de los mundos que lo habitan, en donde existen 27000 parteras tradicionales y 500 formadas en escuelas, y donde también pudo ir muy adentro de la situación a plasmar. Por ello, si bien fue difícil realizar los cortes necesarios, buscó que el material final logrará una conexión con el espectador, con su corazón, con lo emocional, a fin de abarcar un tema macro desde historias de personalidades que permitieran establecer el vínculo necesario para lograr el diálogo deseado.

Diálogo que, como comentario acerca de que busca lograr con su filme en el espectador, pretende que si sabemos, como sociedad, que no es cualquier cosa traer un niño al mundo, pues es ya una persona, entonces consideremos los aspectos emocionales y espirituales junto con el físico, ya que ningún nacimiento es sencillo, pero se necesita una transformación relacionada con lo profundo que es el hecho de nacer, para así mejorar la experiencia y generar un proceso más alegre en lugar de uno que puede ser traumático.

Birth wars llegará a pantallas de mano de Cinépolis.

Alberto Marín